La falacia de la furia española
abril 13, 2011 5 comentarios
Iñigo A.R. / Periódico Diagonal
Las celebraciones del Mundial y de la Eurocopa supusieron un boom del patriotismo español. Sin embargo, aquellas masas ignoraban que esa presunta furia, esa leyenda, se la deben a un militante de ANV. Y es que, ¿Quién iba a decirle a Belauste que un gol tan valioso a la larga iba a ser tan contraproducente para sus ideas? Quien tuvo que exiliarse temporalmente en 1922 por gritar en un mitin del PNV “¡Muera España!”, y definitivamente tras la Guerra Civil, fue el involuntario protagonista del mito fundacional de “la furia española”.
Juegos Olímpicos de Amberes, 1920, un joven vasco de más de 1,90 grita a su amigo y compañero: “¡A mí, Sabino, que los arrollo!”. Y efectivamente, Sabino hizo caso y centró el balón hacia su compañero Belauste que no quedó por mentiroso y, tras formar un gran tumulto en el área, acabó dentro de la portería con los defensas suecos y por supuesto el balón. Al día siguiente un periodista holandés tituló su crónica “La furia española”.
Las consecuencias de una acción histórica no se conocen hasta pasados los años y, seguramente, si el delantero del Athletic y capitán de la selección española hubiera sabido que aquella frase y su posterior gol iban a dar pie a todo esto, se lo hubiera pensado.
Aquel equipo de Belauste, la primera selección española de la historia, encarnaba perfectamente la imagen de esos héroes que con una gran hazaña protagonizan el mito fundacional de algo, en este caso de la selección española y su presunta belicosidad: gente humilde, del entonces tercer mundo de Europa, bajitos y morenos, que comandados por un hombre de casi dos metros y encorajados por su patriotismo desafían a unos jóvenes nórdicos, robustos y pretenciosos, para finalmente vencerlos con sus propias armas. La historia era perfecta. Salvo por el hecho de no ser cierta. Sin embargo, en plena Guerra del Rif, desastre de Annual incluido, no podía desaprovecharse la ocasión de utilizarla para reforzar la unidad nacional ante los desmanes del Rey Alfonso XIII.
Con la llegada de la II República, y con Belauste ya militando en la recién creada ANV, el mito siguió aunque con otras características. Curiosamente el capitán del equipo en el mayor logro de la selección en esos años, la consecución de la clasificación para cuartos de final en el Mundial de Italia de 1934, era otro destacado militante abertzale de izquierdas: Luis Regueiro. Por si fuera poco el seleccionador, García de Salazar, era fundador y también activo militante del partido.
Tras la Guerra Civil y con el inicio del Franquismo se produce la verdadera explosión política e identitaria de “la furia española”. Decía César Luis Menotti, el entrenador argentino, que existe un fútbol de izquierdas y un fútbol de derechas. El fútbol de izquierdas lo identificaba con el juego combinativo, de grandes pases y regates, siempre buscando el espectáculo. El de derechas, según su visión, sería el fútbol físico, defensivo, basado en atributos como la disciplina, la fuerza y la garra.
Pese a la distancia ideológica entre él y Franco, parece que el dictador español estuvo de acuerdo con eso y el régimen se empeñó en presentar cada partido de España como una batalla. Daba lo mismo que el fútbol de la selección fuese vistoso y preciosista, el régimen quería identificarlo con valores belicosos. El entrenador argentino Ángel Cappa lo explica: “La furia es un invento del Franquismo. España ganó la Copa de Europa de 1964 con un equipo de jugadores tocadores. Muy parecido al concepto actual: Lapetra, Luis Suárez, Del Sol, Perera, Amancio… Lo que es falso es la furia. No existió”.
Tapar miserias
¿Puede ser que un estilo de juego influencie la conciencia nacional? Por extraño que parezca no hay más que ver el empeño que han puesto durante la historia en intentar identificar el juego español con la furia. Una furia que emana de la fuente del ser español, un sentimiento que prácticamente da poderes sobrenaturales a los jugadores para enfrentarse a cualquiera.
Hoy ese concepto de “furia española” sigue vivo y es sacado a relucir por los periodistas cuando las cosas van mal, con ese cariz patriótico que perdura, y más en un país que debido a su historia no tiene símbolos nacionales a los que agarrarse acríticamente para tapar sus miserias. ¡Qué diría Belauste si viese la que lió con su remate!
Publicado en Diagonal, periódico quincenal de actualidad crítica, nº 147.
Hola Ideales del Gol
Os enlazo una noticia futbolera de Dave Zirin* que tal vez os interese:
La estrella del fútbol bahreiní entre los centenares de deportistas suspendidos del equipo nacional por participar en las protestas contra el gobierno.
Bahréin represalia a manifestantes futbolistas
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=126588
*Dave Zirin es autor de «Bad Sports: How Owners are Ruining the Games we Love» y acaba de hacer el nuevo documental «Not Just a Game». Aquí os dejo su web por si os apetece echarle un vistazo:
http://www.edgeofsports.com/
Enhorabuena y gracias por vuestra web
Un saludo
Muy interesante esta noticia, la vi por las redes sociales y la recomendé, gracias igualmente por colgarla aquí.
Un saludo.
Iñigo.
A ver que acumulo retrasos en comentarte, jeje.
Muy buen artículo como siempre Iñigo, está bien desenmascarar o rememorar de donde viene el tan manido emblema de la furia, a quien se le debe y por que lo hemos alimentado tanto. También muy hilvanado a conceptos como el de la epica, las remontadas, los cojones y demás… Yo no sé realmente que decir. Pero se usa para España, para el espiritu de Juanito, de las remontadas y demás, que a veces sale bien y otras no…
Hablando desde la lejania que nos impide haber visto como jugaba de verdad la España del 64 y si era un equipo de tocadores, o un conjunto aguerrido, yo si creo que hemos sido una Selección siempre mucho más de casta y orgullo, que precisamente lo que hay ahora. Gente como Camacho, Rincón,y de ahi para atrás son más famosos por dejarse la piel en el campo. No estoy realmente convencido que fuese un invento del franquismo, sino una asociación inevitable. Si hubiera habido otro regimen, también hubieramos jugado así, creo yo…
También, me gustaría reflexionar sobre lo de Menotti. No sé, tampoco me convence ese paralelismo de izquierda-derecha futbolistica según el estilo. Lo veo un poco vacio, de relleno. Son de esas frases indemostrables y absurdas que sueltan de vez en cuando como «Si el mundial fuese en marzo España ganaría siempre» que se le llenaba la boca a Camacho y a muchos periodistas… pues oiga, usted que sabrá y porque dice eso. Y lo de Menotti, me suena a querer quedar bien, pero vamos, el futbol disciplinado lo puede hacer un tio de izquierdas que de derechas y el imaginativo y bonito también…
Yo también pensaba que el fútbol de España siempre fue de casta, por los Camacho, Rincón y compañía que dices, pero ya he leído a varios que dicen eso del fútbol de toque en la Eurocopa del ’64. También ahora están Sergio Ramos, Marchena o Puyol que son gente de garra. Era un tema para mirar más en profundidad porque yo tampoco lo viví y lo que comento es más de oídas.
Lo de Menotti es muy discutible sí, en plan poético queda bien y es un debate interesante ese de qué estilo de fútbol es el de izquierdas y cual el de derechas. Por ejemplo Toni Negri, gurú antiglobalización, defiende que el catenaccio es el verdadero fútbol de izquierdas porque es el pueblo unido y organizado, adaptándose a las circunstancias de luchar contra un enemigo superior. En fin, que más bien es arrimar el ascua a la sardina de cada uno, puedo defender que un fútbol es de izquierdas o es de derechas según me gusta más o menos. Lo que decía, que para debatir pues bueno, es así muy poético y ya ves que yo me aproveché un poco de ello en el artículo, pero en el fondo es un poco oportunista.
Un saludo.
No creo que ningún estilo de juego sea de izquierdas o de derechas, a Negri le pierde su italianidad.
Respecto a lo de la «furia», lo relevante no es tanto si el juego de la selección ha sido más de casta o de toque, lo relevante es a mi juicio que los medios siempre insistieron sobremanera en la «furia», que se vinculaba a valores «raciales» como entonces se decía.