[Sudáfrica2010] Andrés, era tu Mundial.

Entre que actualizo y que no, aprovecho el aniversario del Mundial de Sudáfrica conquistado por España para recuperar esta entrada sobre el gran ausente de aquella cita.

“El fútbol es lo más importante entre las cosas menos importantes”, Jorge Valdano exjugador y entrenador argentino.

No pudo ser. Parecía todo preparado para que fuese su Mundial pero ya digo, no pudo ser.

Si la suerte no le hubiera sido tan esquiva, debería estar volviendo de Sudáfrica con una sonrisa en la boca. En primer lugar por la brillante victoria de España, y en segundo lugar por haber podido conocer a Mandela, una de las personas que más influyó en su vida, hasta el punto de llamar a uno de sus hijos Nelson.

¿Cómo no iba a influirle tanto este hombre? Por muchos miles de kilómetros que hubiesen entre ambos, su situación era la misma: dos personas discriminadas por el color de su piel.

Siempre contaba que no fue nada fácil para un niño negro crecer en el Madrid de los años 60. Y más cuando la  madre de Andrés eligió su carrera musical antes que a su hijo. Criado por una madre de alquiler fue descubriendo el mundo injusticia tras injusticia. Descubriendo que el ser negro hacía que nadie se sentase junto a él en el autobús. O que le mirasen con una cara que oscilaba entre el miedo, la compasión y el paternalismo.

Posiblemente ahí nació su interés por la rebeldía y los conflictos del mundo. Su orgullo racial y su izquierdismo. Su interés por la Revolución Cultural y la situación al otro lado del telón de acero, por el conflicto vasco o por las luchas antirracistas en EE.UU. Y es que ese país tenía algo que le atraía. ¿Cómo no iba a hacerlo si Martin Luther King decían lo mismo que él pensaba? Y así fue descubriendo a Orson Welles, Bob Dylan, Marvin Gaye y Malcom X. Y el deporte, claro, que no solo de intelectualismos vive el hombre.

Si su vida comenzó siendo complicada decidió hacerla aún más difícil. Como lanzando un desafío al destino, se hizo del Atleti. Tras años narrando en varias radios las frustraciones de su equipo, arriesgó una vez más. Empeñado en ser una persona especial, su interés por la cultura estadounidense le llevó a interesarse por una NBA que en aquel apenas era conocida en España. Dejó de radiar partidos de fútbol para convertirse en uno de los mayores especialistas de la liga norteamericana de baloncesto. En la misma temporada que cambió La Liga por la NBA su Atleti logró el doblete. Irónicamente también poco después de que dejase la NBA para volver a La Liga, sucedió lo que seguramente nunca hubiera pensado: un jugador español se proclamó campeón de la NBA.

Se cumplían sus sueños, pero parecía condenado a no vivirlos.

El año pasado lamentablemente dejó algo más que el fútbol y el baloncesto. Y así tampoco pudo ver a su Atleti volviendo a Neptuno quince años después. Un Atleti en estado puro. Tras una temporada liguera sin pena ni gloria se plantó en dos finales y haciendo honor a su historia perdieron una y ganaron la otra épicamente. Por desgracia Andrés no estuvo allí para cantar aquello de “Y al besar la red un gol de… Forlán” con el gol que les dio la UEFA. Ni tampoco para llorar la derrota en la Copa del Rey. Ni siquiera ese republicanismo del que presumía le hubiera consolado.

Tampoco pudo estar en Sudáfrica para narrar los partidos mientras divagaba sobre sus otras pasiones como la música o la literatura. Ni para sorprendernos hablando de la “industria pesada” alemana, de los centrales brasileños Juan y Lucio “crónicas de un pueblo”, de las persianas de Van Persie, de Xavi haciendo de Humphrey Bogart, de “tiburón” Puyol… Ni siquiera para anunciarnos que “el arquitecto” Fábregas se la ponía dentro del área a “Sweet” Iniesta, para que a su vez el manchego disparase marcando el gol de la victoria, y entonces volverse loco gritando ¡jugón!, ¡jugón!, ¡jugón!, ¡jugón!.

Y finalmente, haber celebrado la victoria de España como el que más, aunque seguramente rehuyendo ese patriotismo exacerbado que nos rodea estos días, sin golpes en el pecho, pero orgulloso del famoso tiki-taka español. De su tiki-taka.

Ojalá pudiera decir que por lo menos lo vio desde el cielo, quizás junto a Puerta y Jarque. Pero no, yo igual que él por desgracia tampoco creo en esas cosas, así que simplemente desde aquí mi agradecimiento Andrés. Mi agradecimiento por todas esas retransmisiones en las que nos sacaste una sonrisa en momentos complicados. Por poner siempre tus apuntes culturales, por tu interés por todo lo que te rodeaba, por no dar nunca nada por supuesto. Por pese a encajar muchos golpes en la vida, intentar convencernos de que la vida siempre puede ser maravillosa. En definitiva por ser un periodista y un futbolero a contracorriente, de los que dan sentido a este blog.

Qué razón tenías cuando solías decir aquello de “qué suerte tienes de haberme conocido”. Y que mala la de Mandela al no poder hacerlo.

4 Responses to [Sudáfrica2010] Andrés, era tu Mundial.

  1. Sergio says:

    Este es de los artículos que más me han gustado. Una pena que se vayan las buenas personas, y Andres lo era. Se le echa de menos.

  2. Gontxo says:

    Lo he leido hoy por vez primera. Me ha gustado mucho.

  3. Es una pena que Andrés Montes haya quedado en la memoria de la mayoría de gente como «el bufón ese que salía en La Sexta», cuando era uno de los periodistas más cultos de este país, tanto en política, como en música o cultura en general.
    Además era de estas personas que no suelen juzgar sino más bien intentar entender, algo que no se lleva nada hoy. Para mi el mejor periodista deportivo junto con Daimiel y Segurola, y uno de los mejores periodistas en general de este país.

  4. Darrerasaporteria says:

    Lo conocí con 13 años casi, escuchándole retransmitir los partidos de la NBA. Era una sensación entre los más jóvenes del mundo baloncestístico, ya no se imitaban jugadas, imitábamos sus comentarios y reacciones.
    Puso nombres, apodos a jugadores, historietas, comentarios propios, era un espectáculo escucharle. Por suerte guardo vídeos de muchos partidos de aquella época, y así siempre podré recordarle.
    Era algo único, Andrés era único.
    Para gente como yo, siempre será un »jugón!»

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