El Mirandés condenado (y mis sueños con ellos)

CD-MirandésNunca he estado en Miranda de Ebro, apenas conozco a un par de personas de allí, y hasta hace poco no sabía nada del CD Mirandés; sin embargo, me siento increíblemente cercano a sus aficionados.

Desde hace unos años llevo trabajando desinteresadamente en un club de fútbol, el Unión Club Ceares: segar, poner ladrillos, pintar, pegar carteles… infinidad de horas, infinidad de tareas (unas más gratas que otras). No estoy solo, claro; junto a mi hay decenas de personas echando una mano, devolviendo la vida a un club que apenas tenía masa social y estaba abocado a la desaparición. Y, no seamos egocéntricos, antes de nosotros cientos de personas trabajando por el club durante sus 60 años de historia. Entre cartel y cartel, entre ladrillo y ladrillo, no podemos evitar soñar. Y soñamos con mantenernos en 3ª División, o hasta con meternos en Copa Federación algún año. Últimamente las cosas nos van bien en lo deportivo, más de lo que hubiéramos imaginados; las cosas bien hechas y el ambiente en la grada llaman a algunos de los mejores futbolistas de nuestra categoría, y en momentos de calentón hablamos de lo que sería un viaje a Murcia o Extremadura jugando un partido de playoff a Segunda B.

Pero después de ver lo sucedido con el Mirandés, no puedo evitar replantearme mis sueños. Un club que hasta hace poco estaba en Tercera, que subió un año a Segunda B y sus aficionados apenas podían creérselo. Un club que fue sumando más y más gente, lo que junto al apoyo de los comercios locales y una planificación deportiva envidiable, les llevó a dar la sorpresa del año y subir a Segunda. Y entonces llegaron las complicaciones: llegó la obligación de convertirse en SAD, llegaron los “gestores profesionales”, llegó el “¿y si subimos a Primera?”. Y esa lógica llevó a la situación actual: que en una asamblea el club le pregunte a sus socios si quieren que nunca jamás vuelva a haber una asamblea en la que les pregunten su opinión. Y que salga que sí, claro. Y no solo eso, si no que en el último momento consigan el dinero necesario para la conversión en SAD, para que les expropien su club, y que lo celebren contando con la admiración de media España. “El Mirandés salvado”, dicen ellos. “El Mirandés condenado”, digo yo.

No puedo dejar de verme reflejado en este equipo, y me entra miedo; me entra pánico. Pánico a que el Ceares siga creciendo, a que un día todo el barrio se haga socio, a que consigamos un patrocinador de decenas de miles de euros, a que con nuestro poco dinero consigamos hacer un equipo que aspire a subir. Tengo pánico a que seamos populares, a que generemos interés, a que seamos un fenómeno mediático. Pánico a que la LFP y los medios nos descubran. Quizás mis sueños, nuestros sueños, estén equivocados. Para mi, para nosotros, el fútbol es la excusa perfecta para socializar, para divertirnos, para desarrollar el barrio, para que la juventud adquiera valores positivos… y por supuesto, también queremos éxitos deportivos, porque esto va de meter más goles que el otro. Pero si en el fútbol español de hoy en día, el meter más goles que el otro nos va a llevar a perder todo lo anterior, queridos amigos, que me goleen todos los partidos.

Durante un tiempo cometimos un error, aspiramos simplemente a que nos dejasen en paz: a mi, a nosotros, dejadnos con nuestras cervezas postpartido arreglando el mundo, con nuestras asambleas caóticas donde decidimos todo, con nuestros niños correteando en el descanso orgullosos de su camiseta, con nuestro presupuesto apurado pero sin deber nada a nadie… Y realmente es lo que queremos, pero no, ellos no lo harán, ellos no lo están haciendo. El imperio invasor es tan orgulloso y su afán mercantilizador es tal, que ni siquiera puede tolerar que unas pequeñas aldeas romanas (o astures) defiendan su identidad, la identidad tradicional del fútbol. Armémonos de argumentos, coordinémonos, golpeemos con nuestras ideas sociales su codicia, aprendamos de la historia y defendamos democracia en mano nuestras pequeñas aldeas galas del invasor fútbol moderno. Solo así recuperaremos nuestros sueños.

* Iñigo Arza

Enlaces de interés:

Desde1927, asociación de aficionados del CD Mirandés.
FASFE, Federación de Accionistas y Socios del Fútbol Español.

2 Responses to El Mirandés condenado (y mis sueños con ellos)

  1. Eroma says:

    Odio al fútbol moderno, esta es una de las frases que cada día se escucha más y, sobre todo, ahora que la crisis económica esta golpeando a muchos clubes llevandolos a la desaparición o a estar bajo el control de las grandes fortunas, unos señores que su único interés es jugar a videojuegos en la vida real.

    Es una pena que esto le ocurra al Mirandés, a partir de ahora sus aficionados no serán socios sino clientes de una empresa con lo que esto perjudica al aficionado que ama unos colores. Y digo esto por lo que vivo como aficionado y «socio» del Sevilla F.C., donde la idea máxima de sus dirigentes es la de sacar rentabilidad y no la de fomentar y hacer llegar el sentimiento sevillista a más y más personas.

    Felicidades por el blog.

    Saludos.

  2. Muy bueno el artículo.

    En lo único que no estas del todo acertado es en «que un año subieron a 2ªb y no podian creérselo». No, el objetivo nuestro durante los años del pozo de la tercera división fue subir donde nos correspondía, la 2ªB, y se trabajó mucho semiprofesionalizando el club para lograrlo. Finalmente recuperamos la categoría hace 5 años y apartir de ahí es cuando han venido los éxitos de la copa y el ascenso a segunda, que esto sí ha sido una sorpresa no por no buscado, sino por lo fácil que nos ha sido en comparación con salir de tercera.

    Sobre lo otro, evidentemente ha sido una putada que nos hayan obligado a convertirnos en SAD siendo un club que deuda cero, pero guste o no son las reglas si queremos seguir disfrutando nuestro sueño en la liga profesional. Las opciones eran claras, o renunciar a todo lo logrado esta última década o pasar por el aro.

    Al fútbol se le da muchísima mas importancia de la que tiene, no deja de ser un entreteniemiento, un hobbie, un espectáculo que vas a ver cada 15 días. Pero si a la gente le quitas esa ilusión, esas ganas de ir al estadio, se cae el chiringuito.

    Un saludo desde Miranda de Ebro.

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