España-Irlanda del Norte en «Media vuelta de vida» de Carlos Peramo
diciembre 13, 2010 3 comentarios
El partido dio comienzo y el bar estalló en júbilo cuando Butragueño logró el primer gol en el minuto uno de juego, el asunto se nos ponía de cara y empezamos todos a animar con más ímpetu, a insultar según tocara a los irlandeses o al árbitro, y en el minuto dieciocho cantamos el gol de Julio Salinas como si estuviésemos en la tribuna del estadio Tres de Marzo, en Zapopan, en lugar de apiñados allí en el bar con la cabeza levantada hacia el televisor, envueltos en humo y bebiendo cerveza. En la segunda parte Irlanda del Norte recortó distancias enseguida y nos temimos lo peor, el dos a cero nos había parecido suficiente y definitivo y de pronto no era nada, otro gol y nos empataban; gritamos e insultamos más todavía y con menos criterio y, afortunadamente, logramos llevar en vilo el dos a uno hasta el final del partido, ya teníamos un pie en octavos. Muchos se marcharon en cuanto acabó el partido, pero nosotros decidimos quedarnos a cenar unos bocadillos y nos sentamos en una de las mesas que habían quedado libres.
Sadurní y Félix pidieron lomo con queso y yo una hamburguesa con cebolla, y mientras nos los preparaban comentamos el partido, aquel año había buenas vibraciones con la selección, teníamos la esperanza de llegar lejos y romper de una vez por todas con esa mala costumbre española de fallar siempre en la fase final de los mundiales, aquel año creíamos que podíamos ser campeones, todos excepto Sadurní.
– Al final pasará lo de siempre -dijo-, que nos follarán en cuartos.
– Lo dices porque eres del Barça y este año no os habéis comido una rosca -repliqué; el Barça había perdido el mes anterior la final de la Copa de Europa frente al Steaua de Bucarest y el Madrid no sólo había ganado la liga, sino que por segundo año consecutivo se había llevado la de la UEFA, demasiado para que Sadurní pudiese digerirlo y mostrarse optimista-. Los del Barça sois los putos pesimistas del fútbol -añadí, me gustaba atosigarle con eso-, ganáis la liga y lo primero que decís es: sí, vale, pero el año que viene seguro que no la vamos a ganar.
Nos trajeron los bocadillos, yo llevaba prácticamente todo el día sin comer nada y tenía un hambre atroz, pedimos más cerveza.
[…]Detuve el Ford Fiesta frente al bar Los Tres Arcos y entré a tomarme un cortado; en la barra había cuatro o cinco hombres inclinados sobre sus cafés, me senté junto a un viejo que estaba echando una ojeada a los resultados del mundial de fútbol en El Mundo Deportivo, conseguí leer de refilón que, efectivamente, España había ganado por tres goles a cero a Argelia, y Brasil había derrotado a Irlanda del Norte con el mismo resultado. Belén no soportaba el fútbol, opinaba que veintidós tíos dándole patadas al balón no era más que un juego infantil sin ninguna gracia ni mérito, un puro aburrimiento, claro que Belén no había seguido jamás con atención un partido, no digamos una liga entera, desconocía la épica del juego en equipo, el compañerismo, la gloria de marcar un gol y el infierno de recibirlo, las risas y los gritos de júbilo y las lágrimas y los gritos de rabia, hablaba por hablar, sin tener ni puñetera idea, como los del ladrillar.
* Extracto de la novela «Media vuelta de vida» de Carlos Peramo.
Se podría etiquetar como costumbrismo? Literatura que habla de gente de la calle, con palabras de gente de la calle, real.
Sí, la verdad es que no es literatura futbolera realmente, sería algo así como costumbrismo popular, literatura urbana… no sé. «Popular» o «social» tendría que estar en la etiqueta. Por cierto que el partido este es del Mundial de México ’86.
Como transcriptor de este extracto, ¿Recomiendas la novela? Yo confieso que no la leí todavía.
No, si me refería en general, no a «etiquetar» en el blog, si no apenas habría nada que considerar como «literatura futbolera», a mi me gustan mucho este tipo de extractos más reales, que hacen del fútbol algo más personal, con lo que sentirse identificado, como el extracto de Cola de Welsh que pusiste hace un tiempo.
A mi el libro me gustó, pero tampoco me entusiasmó demasiado, no lo considero una pérdida de tiempo vaya. Tiene una historia que podría ser perfectamente real -si es que no lo es- y que hila con la vida del personaje principal, un chaval que al que no se le ha dado bien el estudiar y ha acabado trabajando con su padre en un ladrillar. Mientras tanto vemos la situación de finales de los ochenta principios de los noventa, la gente pensando que estudiar una carrera siempre es mejor que un fp, empresas cerrando y mandando al paro a centenares de personas, escenas en bares, relaciones de pareja. Todo eso escrito de manera natural como dije antes.